Como ya sabemos, el agua es el componente más
abundante del organismo humano, pues se pueden pasar varias semanas sin comer,
pero tan sólo unos pocos días sin beber. Cabe señalar, que el agua es un
nutriente acalórico (no aporta calorías) necesario para que el organismo se
mantenga en un buen funcionamiento y en una óptima condición estructural.
Según Palacios, Montalvo y Ribas, el agua está relacionada
de forma directa en diferentes funciones biológicas como:
- Refrigeración
- Aporte de nutrientes a las células musculares
- Eliminación de sustancias de desecho
- Lubricación de articulaciones
- Regulación de los electrolitos en la sangre
Las fuentes de agua son las bebidas, los alimentos y
el agua producida por el metabolismo general del cuerpo. Toda esta cantidad de
agua debe cubrir las pérdidas diarias de la misma a través de la orina y heces,
sudor y vapor de agua eliminado a través de los pulmones.
Pese a lo esencial
que resulta, el cuerpo humano no tiene provisión para almacenar agua y según cifras indicadas por Palacios,
Montalvo y Ribas, cada día se pierden en torno a dos litros y medio por la
orina (1500 ml), las heces (150 ml), el sudor (350 ml) y la respiración (400
ml). Por tanto, la cantidad de agua que se elimina cada 24 horas debe ser
restituida para mantener el organismo bien hidratado. Es por ello, que cuando sufrimos
mayores pérdidas de líquidos, como con el ejercicio hay que aumentar el consumo
de agua, pues en dicha actividad se produce un incremento del trabajo muscular,
ya que la
mayor cantidad de agua se almacena en el músculo (72% de su peso es agua). De
igual manera también se producen
consecuencias sobre el equilibrio hídrico y sobre el gasto energético, las
cuales son variables en función de la edad, del sexo, de la forma física, de la
duración e intensidad de la actividad física y también de las condiciones del
entorno en el que realiza el ejercicio:
- Temperatura exterior.
- Humedad del aire.
- Viento.
- Altitud.
- Actividad en sala o al aire libre.
Aproximadamente el 80% de la energía producida para
la contracción muscular se libera en forma de calor. Es por ello, que Palacios,
Montalvo y Ribas indican que nuestro organismo debe eliminar esa gran cantidad
de calor para que no se produzca un aumento de la temperatura corporal, que tendría
consecuencias muy negativas para la salud, por lo que debe recurrir al
mecanismo de la sudoración, que al mismo tiempo “enfría” el cuerpo. Sin embargo, este provoca
una importante pérdida de líquidos.
En conclusión, sabemos que la termorregulación y el
equilibrio de líquidos son factores fundamentales en el rendimiento deportivo.
Palacios N., Montalvo, Z., Ribas C. (2010). Alimentación,
nutrición e hidratación en el deporte. Rev. Consejo superior
de deportes de Madrid. 1(1). 21-23
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